Con un cuidado regular y un mantenimiento periódico, su producto Herman Miller le proporcionará años de satisfacción y un rendimiento superior. Para mantener la calidad, siga los procedimientos de limpieza que se describen aquí.
Las instrucciones de cuidado y mantenimiento de los productos Herman Miller se proporcionan como servicio. No implican garantía ya que los resultados pueden variar.
divisores
Cromado
Para una limpieza normal, humedezca un paño suave con un limpiador no abrasivo, como un detergente líquido, y frote ligeramente sobre el componente de cromo, hasta que reaparezca el brillo original. Seque el componente con un paño suave para eliminar cualquier residuo de jabón.
Metal pintado
Para una limpieza normal, lave las superficies metálicas pintadas con un paño suave humedecido en agua tibia con jabón, enjuague bien y seque. Elimine las marcas de rayones de las pinturas de bajo brillo con cera en pasta suavizada, siguiendo las instrucciones del fabricante. Elimine rayones y rayones de pinturas de alto brillo con pulimentos, líquidos o pastas para automóviles. Después de pulir, aplique cera para automóviles para restaurar el brillo original. Para obtener ayuda para determinar el color y el brillo adecuados para la pintura de retoque de Herman Miller, comuníquese con su representante de servicio al cliente de Herman Miller.
Laminados
Entre los productos que utilizan laminados se encuentran tableros de mesa, superficies de trabajo, encimeras, mostradores, puertas con bisagras y archivos laterales.
Para una limpieza normal, lave el laminado con un paño suave y una solución de detergente suave y agua tibia. Enjuague bien y seque con un paño suave.
Para reparaciones menores de quemaduras u otras marcas difíciles, aplique un limpiador de cocina no abrasivo con un paño suave humedecido con agua tibia. Frote en la dirección de los granos, teniendo cuidado de no dañar la textura y el brillo de la superficie. Si la dirección de las venas no es visible, frote con un ligero movimiento circular.
No utilice productos abrasivos en polvo u otros productos pesados como lejía, peróxido de hidrógeno, ácido nítrico o clorhídrico o lejía. Pueden estropear la superficie y cambiar el color del acabado.